Origen de las fallas

Declaradas Fiestas de Interés Turístico Internacional, famosas en todo el mundo, nacieron del pueblo y fueron rechazadas, en un principio, por la burguesía y el clero.


Tiene su origen en la costumbre de los artesanos que en el invierno encendían al anochecer candiles suspendidos en el "estai", "parot" o "pelmodo", similar a un largo candelabro con varios brazos; al llegar el buen tiempo, la primavera, lo quemaban y los carpinteros, que durante todo el año habían estado trabajando en sus talleres, aprovechaban la llegada del buen tiempo para limpiar sus carpinterías sacando los tablones, tablillas, viguetas y demás a la calle y apilándolas les prendían fuego; con el tiempo, los vecinos comenzaron a apilar muebles y otros elementos viejos que ya no les servían en la casa. Esto se convirtió en una fiesta popular y lo que en un primer momento eran muebles poco a poco se llegó a representar mediante "ninots" la sociedad en la que vivían, lo que provocó el disgusto de la burguesía y del clero (generalmente ironizaban sobre ellos). Se encuentra una cita sobre las fallas dedicadas a San Vicente (la fogata primaveral): en 1596 fueron pagados a Pedro Torralba 74 libras, un sueldo y seis dineros por "les graelles" (las parrillas) donde se quemaban "les falles que fan en la festa del gloriós San Vicent Ferrer".
 

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